Sussy Garay, activista por los derechos de las personas cuidadoras: “Nadie tiene que cuidar cuando siente que cuidar es un peso más grande que su alma”

La fundadora de la Fundación Abi, Sussy Garay, lleva luchando por la creación de políticas públicas y el reconocimiento de personas cuidadoras hace más de diez años. Durante ese tiempo, se dedicó a cuidar a su madre postrada, a crear espacios de contención emocional y redes apoyo. Y en ese período, fue una de las activistas que estuvo desde el inicio de la formulación del programa "Cuidando a Quienes Cuidan". Acá, cuenta sobre su historia y su trabajo, y cómo este proyecto ha cambiado la vida de sus familias.
Sussy Garay Salazar cuidó de su madre, Luz María Salazar,
durante ocho años. Esa significativa parte de su vida comenzó en el 2015,
cuando recibió una llamada de Carabineros en la que le pedían permiso para
romper una pared de la casa de su madre. Esa era la única manera de entrar una
camilla, pues como supo un rato después, su mamá yacía en el suelo por un
accidente cerebrovascular.
Ese episodio fue el inicio de una serie de meses en el
hospital, en dónde Sussy pasó sentada al lado de su madre rezando y manteniendo
la esperanza de que su ser querido despertara. Debido a la intensidad del
accidente cerebrovascular, su madre estuvo en coma durante 23 días. Sussy aún
recuerda las palabras que le dijo a Luz María cuando la vio por primera vez en
la camilla: “Mamá, te vine a buscar y nos vamos”.
Sussy asegura que la cara de su madre cambió al oír esas
palabras. De hecho, fue un presagio: después de casi un mes, su mamá despertó a
pesar de todos los malos pronósticos de los doctores. Sin embargo, el alivio
duró poco. Debido a la intensidad del accidente, Luz María estuvo en constantes
hospitalizaciones.
Así, aprendió conceptos y habilidades que sólo son propios
de alguien que cuida: qué es una escara y de qué manera se previenen, cómo se
le cambia el pañal a una persona adulta. Se convirtió, de repente y sin ninguna
práctica, en una persona cuidadora. También formó lazos con otras mujeres
cuidadoras: vio cómo algunas vivían su nuevo rol brevemente por el
fallecimiento de su ser querido, mientras que a otras las vio empezar.
“Yo nunca recibí una capacitación de cómo mudar a mi mamá
(…). Yo mudé a mi mamá como cayó, aprendí a curar como cayó. Y esas fueron unas
de las cosas que me hicieron pasarla mal”, recuerda Sussy.
La falta de información sobre cómo cuidar a su madre y la
sobrecarga del cuidado comenzaron a aislar a Sussy. Durante los dos primeros
años en los que se encargó de atender a su madre, Sussy tenía la sensación de
caer en “un hoyo de depresión”.
“Yo la pasé muy mal. No me bañaba, no tenía ganas de
nada. Era un día tras otro (...). Por eso creé la fundación, había muchas
falencias. Antes, de esto no se hablaba. Era un tema tabú, que era
responsabilidad de las mujeres y lo daban por hecho”.
Esa experiencia la impulsó a fundar en 2017 Abi
Chile, en honor a su madre, a quien sus seres queridos le decían “Abi”. El
proyecto se convirtió en una organización dedicada a acompañar a personas
cuidadoras a través de redes de apoyo, colectas y contención emocional. Así,
Sussy convirtió su dolor en activismo. Incluso tras la muerte de su madre en
2023, siguió movilizándose por el reconocimiento de quienes cuidan. Sus
esfuerzos llegaron hasta autoridades regionales, convirtiéndola en una de las
figuras clave del programa “Cuidando a Quienes Cuidan”.
¿Qué actividades han desarrollado en conjunto con el
programa “Cuidando a Quienes Cuidan” ahora?
Nosotros estuvimos desde las primeras mesas (de trabajo),
porque esto no salió de un día para otro (…) Lo que quería Claudio, y en cierta
parte se logró, fue escuchar por parte de las fuentes qué es lo que se quería.
Qué es lo que necesita la cuidadora. Porque si te das cuenta, es mínimo el tema
de la capacitación. Primero era el tema de una cuidadora [extra] para tener un
respiro, que era lo primordial. Y segundo, que alguien te apoyara con los temas
de la casa. Luego se vio el tema de las terapias de kinesiología. Y así se
fue viendo el tema hasta que salió el programa por fin, porque
costó que saliera.
¿Qué aspectos destacaría de este programa?
Primero la calidad de profesionales que hay. Sobre
todo, los que nos tocó en el lado de San Bernardo, que son con los
que yo más trabajo (…) Empezando por el Monitor Territorial [Cesare
Cajardo], que es muy empático. Y una de las cosas que nosotros siempre
pedimos es que se pongan en el lugar del otro. Porque hay profesionales y
profesionales. Pero ellos estuvieron bien elegidos. Yo he estado en
terreno con ellos, y realmente son buenos en lo que hacen.
Hay algunas falencias porque nada es perfecto. Pero escuchan
a los demás, que es lo importante.
¿Qué cambios ha visto en la calidad de vida de las
personas gracias a este programa?
“En la calidad de vida, bastante (…) ¿Cómo puedo contarte la
energía que a ella les da cuando sienten que va a ir alguien a la casa cada 15
días a limpiar su casa? Porque sabe que otra persona va a estar ahí, que la va
a ayudar con su mochila. O el mismo hecho de que una vez a la semana vayan a
apoyarla. A lo mejor se va a ir a sentar esa cuidadora porque no tiene mucho
que hacer, pero va a sentir que alguien está ahí. Que no está sola.
Por ejemplo, yo tengo una cuidadora que recibe ayuda del
Gobierno de Santiago. Y me decía: ‘señora Sussy, ¿sabe qué? La niña
[asistente de aseo] me ayudó a limpiar tal cosa. Y pucha, yo no había podido
limpiar, pero ahora veo que está todo más limpio y bonito’. A lo mejor
ella lo podía hacer, pero no tenía ganas, no tenía fuerza. Y claro, como que le
cambias el metro cuadrado.
Entonces, en eso le ha cambiado la vida. Realmente le
ha cambiado. No le va a mejorar porque es imposible, te estaría mintiendo.
Pero que le ha cambiado, le ha cambiado (…) Sería genial que se pudiera ampliar
la cantidad de personas”.
A pesar del programa y del avance en materia de cuidados en
el país, Sussy cree que las políticas públicas relacionadas al cuidado aún
están al debe. Por ejemplo, menciona que el estipendio actual, de 32 mil pesos,
no es suficiente. Piensa que un sueldo mínimo sería un verdadero apoyo para las
personas cuidadoras. “Para que lleguemos a eso, va a pasar años
luz. Pero tengo esperanza, porque antes ni siquiera éramos
reconocidos. Ahora el 5 de noviembre de todos los años, por último,
alguien escucha a la cuidadora”.
“Independiente de eso, crear empleos que las
cuidadoras puedan hacer desde su domicilio, y que no sean tan estresantes.
Capacitar en uso de tecnología, que es una de las grandes falencias que
tienen las cuidadoras. Sería muy bueno, para que no se queden fuera del
avance tecnológico”.
¿Qué mensaje le gustaría entregar a
quienes cuidan actualmente y, por alguna razón, no están siendo
reconocidos o no encuentran apoyo?
Primero, decirles que ya no están solas, nunca
más. O sea, que no sientan que son las únicas o los únicos que
cuidan. Porque no es así. Somos millones. Y que hay mucha gente que
está luchando para que esto sea más reconocido y tengan más
redes de apoyo. Que conversen, que digan lo que sienten. Que no
sientan que es algo divino o romántico, o que tienen que hacerlo porque la
sociedad te dice que tienes que cuidar. Que pueden decir “no puedo”, y
que pueden dar un paso al costado.
Que busquen apoyo, en instituciones, el gobierno de
turno. Si tienen familiares, que esa responsabilidad sea compartida.
Nadie tiene que cuidar cuando siente que cuidar es un peso más
grande que su alma. Y si en algún momento tienen que tomar la decisión
de poner a la persona de cuidado en un centro de cuidado,
háganlo. Porque la vida de ustedes también vale.