"Aquí se reconoce el trabajo invisible de las personas cuidadoras públicamente, porque es esencial para la vida de millones de personas y también para la sociedad"

Francisca Valencia es psicóloga del programa en el territorio sur y ha sido testigo de cómo el reconocimiento puede cambiar vidas. Para ella, uno de los impactos más importantes del programa es que las personas cuidadoras, por primera vez, se sienten vistas y valoradas por una institución pública. “Se reconoce su trabajo invisible públicamente, porque es esencial para la vida de millones de personas y también para la sociedad”, señala Francisca.
Desde su experiencia, lo más significativo de su labor es poder ofrecer un espacio de confianza y contención emocional. Muchas usuarias, dice, llegan con temores, angustias y sentimientos de soledad, pero encuentran un lugar donde pueden hablar sin juicios. "[Ahí] se incentiva un reforzamiento de su autoestima para que puedan volver a sentirse personas integrales y que pueden cumplir sueños y objetivos”, explica Francisca.
Francisca también reconoce que las necesidades de las personas cuidadoras son múltiples: redes de apoyo reales frente al aislamiento, herramientas para enfrentar los procesos de salud-enfermedad y duelo, y mejores condiciones laborales. "Las personas cuidadoras tienen necesidades entorno a lo socioeconómico, debido a la falta de oportunidades laborales que se ajusten a su realidad. Por eso, enfrentan dificultades entorno a la inexistencia de ingresos propios, lo que genera dependencia económica y vulnerabilidad”, finaliza Francisca.